La infancia es un periodo crítico en la vida de toda persona. En esta etapa desarrollamos nuestra personalidad, adquirimos las destrezas básicas para vivir y aprendemos cómo funcionamos en grupo, empezando por el grupo más pequeño que es la familia.
En este momento, que será en el que más cosas aprendemos y más profundo se guardan en nuestra memoria, los niños se encuentran con retos importantísimos como son la incorporación a la escuela, las primeras grandes decepciones o frustraciones que deberían enseñarnos a equivocarnos y a movilizar recursos, y el establecimiento de vínculos interpresonales significativos.
Si estos procesos, por los cuales toda persona ha de pasar, resultan traumáticos, o se producen de forma incompleta o inadecuada, es necesaria la intervención de un especialista que guíe a los educadores para resolver el conflicto, o que hable con el niño o niña para que desbloquee ese proceso que no se está resolviendo o incluso que intervenga para reconducir una trayectoria que, de seguir invariable, pueda perjudicar a esta futura persona adulta y autónoma.