“ Eyaculo muy pronto…”
“ Las relaciones sexuales me resultan dolorosas…”
“ He perdido el interés por el sexo…”
“ Me cuesta llegar al orgasmo.. o no puedo llegar al orgasmo…”
“ Me cuesta mantener la erección…”
“ No disfruto de las relaciones sexuales…”
Estas quejas, entre otras, son muy habituales en una consulta de sexología, mujeres y hombres que, tras varios meses, incluso años con dificultades en sus relaciones íntimas, se deciden a abordar su problema de manera activa, acudiendo a un psicólogo que les oriente sobre lo que les ocurre y les aporte una serie de estrategias para tratar su problema. Hay que tener en cuenta que todas las personas en un momento dado podemos tener alguna dificultad en el sexo, eso es normal y no hay que alarmarse, pero cuando el problema persiste en el tiempo sí que es aconsejable ver que pasa y poner medios.
Para conocer que son las disfunciones sexuales debemos saber que en toda respuesta sexual humana existen una serie de fases y en todas ellas pueden aparecer problemas;
Una primera fase, de deseo sexual, un primer paso donde aparecen las fantasias y deseos de llevar a cabo una relación sexual, puede aparecer aversión al sexo, evitando todo contacto íntimo o una pérdida de deseo o interés continuada hacia el sexo.
La siguiente fase, etapa de excitación, se producen una serie de cambios corporales, especialmente en los genitales, en el hombre aparece la erección y la vagina empieza a lubricarse para poder permitir una penetración. En el hombre, puede aparecer problemas para alcanzar la erección o para mantenerla y tener dificultades para poder penetrar a la pareja. Por otra parte, la mujer puede tener dificultades para lubricarse, a pesar de las caricias y juegos sexuales; este problema con frecuencia acompaña a otras disfunciones, como la pérdida de deseo, o dificultades para llegar al orgasmo. Es importante diferenciar la falta de lubricación asociada a cuestiones Psicológicas o relacionales con los cambios asociados de la menopausia.
La tercera fase, la fase de orgasmo, donde se libera toda la tensión sexual, puede existir una ausencia o retraso para alcanzarlo, tras una fase de excitación normal; o eyaculación precoz, que es cuando un hombre eyacula antes, durante o poco después de la penetración, y antes de que él lo desee.
La última fase, la fase de satisfacción o resolución, depende de cómo haya transcurrido toda la relación, si no ha aparecido ninguna dificultad la persona se sentirá satisfecha o si lo ha habido, insatisfecha.
Otras dificultades que pueden aparecer, son la llamada dispareunia, que es el dolor genital que aparece durante y después de las relaciones, tanto en varones como mujeres; y el vaginismo, que son espasmos voluntarios de la parte tercio inferior de la vagina y que dificulta el coito.
Aspectos a tener en cuenta:
1.- Es importante determinar si el problema es susceptible y adecuado para una terapia sexual o si es aconsejable utilizar otro tipo de terapia no psicológica /comportamental.
- Para ello, es necesario realizar una evaluación médica para descartar la existencia o no de patología o causas orgánicas, el exámen en este caso sería urológico o ginecológico (exploración médica, también evaluación endocrina, etc.)
- Valorar si se padece alguna enfermedad que pueda estar interactuando: diabetes, hipertensión..
- Algunos medicamentos, como los antidepresivos, afectan a nuestra sexualidad.
2.- Posible existencia de patologías psicológicas (ansiedad, estrés…)relacionadas con el problema sexual.
3.- Posibles problemas maritales o de relación interpersonal.
4.- Historia del problema / Situación actual.
Infancia y medio familiar, pubertad y adolescencia (ambiente familiar, formación religiosa, actitudes de los padres y otros adultos significativos respecto al sexo,)
Educación e información sexual, experiencias sexuales tempranas con mismo sexo, otro sexo, experiencia de coito, etc.
Relación socio-sexual con su actual pareja: primeras experiencias, experiencias posteriores, variables que mantienen el problema.
Finalmente, tras una minuciosa valoración del problema, podemos plantearnos el tratamiento sexológico específico para cada persona, teniendo en cuenta todos los elementos que provocan y mantienen la disfunción.
Algunas veces, se combinan causas físicas y psicológicas al mismo tiempo, tenemos que contar con ello, y tratar de, dada nuestra formación, de intervenir y modificar en aquellos elementos conductuales y cognitivos que estén entorpeciendo la vida sexual de la persona.
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