Y el primer paso para relajarse es respirar adecuadamente. Los ritmos de vida y especialmente las situaciones de estrés colaboran a facilitar patrones de respiración acelerados y superficiales; sólo se utiliza una parte de la capacidad funcional de los pulmones, con frecuencia la parte superior, facilitando una respiración torácica en la que la intervención del diafragma es poco relevante. Este tipo de respiración no permite una oxigenación adecuada del organismo y un mayor trabajo cardíaco, por lo que facilitará la aparición de ansiedad, depresión, etc.
Por el contrario, una respiración en la que los pulmones se expanden al máximo y por lo tanto, se utilizan a su máxima capacidad, facilita una mayor oxigenación del organismo, y un mejor funcionamiento general, dificultando, entre otros, la aparición de fatiga muscular y las sensaciones de ansiedad.
Así pues, aprender a respirar de forma abdominal, que es una respiración más completa y relajante, puede protegernos de futuras enfermedades y en momentos en los que nos sintamos “a punto de explotar” de control de la situación y de relax.
Es muy sencillo lo que hay que hacer, y te resultará muy beneficioso:
- Cierra los ojos y sitúa tu mano debajo del pecho.
- Inspira muy lentamente aire por la nariz, siente cómo tus pulmones se llenan de oxígeno, y este oxígeno baja hasta tu abdomen, notando cómo éste aumenta de volumen. (notarás cómo la mano se mueve)
- Retén este oxígeno 2 segundos y a continuación empieza a expulsarlo muy lentamente por la boca, notando como poco a poco tu abdomen “se deshincha” y vuelve a su estado inicial.
Repite el paso 2 y 3 las veces que consideres, hasta que empieces a sentirte más relajado/a.
Más adelante, trabajaremos otros ejercicios de entrenamiento en relajación que pueden servirte de ayuda.
Comentarios recientes